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La pandemia del COVID-19 y su consiguiente fase de confinamiento nos ha enfrentado a una explosión de presentación de síntomas en el área emocional, conductual e intelectual. No mentiré si digo que la mayoría de los lectores de esta nota se han enfrentado a períodos de incertidumbre, catastrofismo, pensamientos repetitivos, alteración obligado en mis patrones de vida y de algo muy importante para el ser humano: el ciclo circadiano. Esta palabra que, probablemente ya han escuchado en otros ámbitos, se refiere a una multiplicidad de patrones que tienen una evolución de acuerdo a nuestro estado de despierto y de dormido. Incluso en el 2017, la descripción molecular de cómo cada célula de nuestro organismo se prepara para funcionar diferente según la hora del día y la cantidad de luz, fue motivo del Premio Nobel de Medicina.
¿Qué es el insomnio?
El factor más evidente del ciclo circadiano es el tiempo que permanecemos dormidos. La efectividad del sueño se mide con la satisfacción general de un período reparador de nuestras energías y la presencia o no de somnolencia excesiva al día siguiente. Nuestro dormir puede verse afectado en su etapa inicial, intermedia o final. Se calcula que más del 50% de la población de cualquier país presenta síntomas de insomnio, que así se le conocen a las alteraciones en el sueño, mientras que el 15-20% presentan datos de enfermedad de insomnio caracterizada por problemas recurrentes más de tres días a la semana por más de tres meses.
Pandemia y sueño
De acuerdo con lo citado más arriba el tiempo que llevamos afectados por la cuarentena nos enfrenta a presentar síntomas de insomnio. De acuerdo a estudios de investigación y estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que más de 35% de la población mundial ha variado de forma desfavorable sus patrones de sueño con su consiguiente afectación en su calidad de vida, a nivel físico, emocional, conductual e intelectual.
Insomnio y salud mental
Dar positivo en la casilla de insomnio nos enfrenta a un factor de riesgo general para la salud física y mental. Se sabe que cada hora que una persona duerma por debajo de un promedio de 6 por noche lo aumenta 0.18 en su índice de masa corporal y le incrementa un 20% su posibilidad de sufrir un evento cardiovascular. En el área neuropsiquiátrica, aumenta 3 veces el riesgo de presentar Enfermedad de Alzheimer, y en cifras similares las probabilidades de padecer trastornos depresivos y de ansiedad.
Higiene de Sueño
De la misma forma que ya conocemos perfectamente la prevención necesaria para los factores de riesgo metabólico, así existen los parámetros de una buena higiene de sueño:
- Dormir en un sitio cómodo, adaptado para ello.
- La cama es sólo para dormir, no para comer o ver la televisión.
- Hay que limitar el tiempo de pantallas con luz de longitud de onda azul cuando menos una hora antes de querer dormir.
- Sólo hay que ir a la cama con somnolencia.
- Evitar el consumo de sustancias alertadoras durante el día, así como una cena abundante y la realización de actividad física un par de horas antes de ir a la cama.
- Favorecer los mecanismos de manejo del estrés para dejar las preocupaciones lejos de la recámara.
Y por supuesto el más importante ahora en la pandemia… no se le puede ordenar al cerebro apagarse, la hora de dormir se regula con el horario fijo de despertarse a una hora prudente a pesar de estar un par de días con somnolencia todo el día, evitando siestas.
Si todos estos mecanismos fracasan y caemos en el círculo vicioso de no poder controlar esta parte importante de la vida, es momento de consultar a un profesional de la salud para poder ser evaluados y activar el uso de tratamientos más específicos que nos vuelvan a una funcionalidad integral.
Dr. Edilberto Peña de León
Psiquiatría y Neuropsiquiatría
Cédula Profesional/Especialidad: 2683843/4111135
www.cisne.mx
@Edilberto_pena